Nuestra historia es el alma de Dulces Raymar, una historia que comenzó en 1982 de la mano de Raimundo y Mari Cruz. Con una visión clara y una tenacidad inquebrantable, esta pareja emprendedora fundó lo que rápidamente se convertiría en la pastelería de referencia en Picassent. Su compromiso era simple pero profundo: elaborar dulces que no solo deleitaran el paladar, sino que también llevaran consigo el cariño, la tradición y la calidad artesanal que los ha caracterizado desde el primer día.
Lo que inició como una pequeña pastelería, donde cada media luna y cada tarta se horneaban con la misma dedicación, evolucionó en 1988. Escuchando las necesidades y deseos de nuestros clientes, expandimos nuestra oferta para incluir servicios de cafetería, heladería y chocolatería. Así, Dulces Raymar se transformó en un punto de encuentro, un lugar donde disfrutar de un buen café, un chocolate caliente en invierno, o un refrescante helado en verano, siempre acompañados de nuestras exquisitas especialidades.
Hoy, la segunda generación de la familia Raymar toma las riendas, con el firme propósito de continuar junto a Raimundo y Mari Cruz su labor de años. Continuamos siendo artesanos del dulce y la confitería, fieles a las recetas de siempre y explorando nuevas creaciones que nos permiten seguir innovando. Para nosotros, el trabajo artesanal, la calidad de la materia prima, la experiencia acumulada y la satisfacción de nuestros clientes no son solo palabras, son la marca de la casa.
Somos más que una pastelería; somos parte de la vida de Picassent, un punto de encuentro familiar y de amigos, donde cada visita es una experiencia. Porque para Dulces Raymar, el dulce es nuestro mundo, y nos apasiona seguir compartiéndolo con vosotros, generación tras generación.
Estamos aquí para ayudarte. Cuéntanos tu idea o consulta y te atenderemos con la cercanía y dedicación que nos caracteriza.
